Se festeja la muerte
Por: Jesús Díaz Marcelo
El sol salió y todas las personas estaban ansiosas de poder volver a verlos, de poder volver a
sentir a sus seres queridos, de poder volver a convivir son sus difuntos en un lugar que 364 días
del año es tenebroso, triste, frío y al que nadie quiere ir pero ese único día es totalmente
diferente, es de un mejor ambiente al que todos están invitados no importando si estas vivo o
muerto. Las familias esperando al medio día para acompañar a sus seres queridos al lugar
donde descansan eternamente y deseaban que su estancia en la tierra haya sido agradable y
muy ameno.
En el camposanto del municipio de Banderilla se puede sentir y observar tradición, convivencia
entre muchas personas que están unidos por un mismo objetivo: recordar los buenos momentos
y hacerle un monumento al sentimiento de pérdida que está en sus ya incompletos corazones
de cada persona. Comenzaba el recorrido hacia las tumbas y se escuchaba una voz muy gruesa
que invitaba a ponerle atención al llamado que se le hacía a Dios para que cuide de todos y un
coro muy bien ordenado, parecían que estaban uniformados con esas túnicas largas escondiendo
los pecados de cada uno. La misa era vista por un mundo de personas, poniendo atención y en
medio del silencio por lo menos dentro de esa carpa solo era interrumpido por contestaciones
llenas de esperanza de todos los feligreses ahí presentes.
La entrada estaba con las bancas ubicadas en las paredes totalmente llenas con personas de
todas las clases sociales, todos los aspectos, pareciera que la sociedad está en paz con todo en
esos momentos y que no hay conflicto alguno, eso es muy lindo y lamentablemente solo es esos
momentos que nos junta a todos lo mexicanos. La recepción era de un ambiente completamente
de fiesta que nadie le diría que no a ir a un panteón si así fuera todos los días, de un ambiente
familiar que se mezclaba con los aromas tan penetrantes de la flor de cempasúchil, de humedad
característico a un lugar lleno de tanta frialdad que sin duda superaría al polo norte y un olor a
comida pero no en su aspecto feo e insípido si no a un olor muy hogareño que hace recordar
aquellos días en los cuales abrías la puerta de la casa de la abuela y te invitaba a comer lo que
había preparado para ti.
Tumbas decoradas con flores, encima con platos de comida, bebidas alcoholicas, refrescos y
dulces que trataban de disculparse con el fallecido por tal vez acabar con su vida pero eso es lo
que a ellos les gustaba y por algo regresan a este mundo terrenal porque como todos los
humanos las adicciones nos persiguen hasta la muerte. Alrededor del cajón de azulejos o tierra
para las familias más modestas, estaban los familiares y todos aquellos que un día convinieron
con la personas que en ese lugar descansan, algunos lloraban, otros reían con una cerveza en la
mano, otros comían y otros pocos solo estaban haciendo compañía a los deudos, era semejante
a una fiesta.
Otras familias solamente se acercaban a dejar flores y hacer un acto de presencia de 5 minutos,
tal vez solo eran conocidos o en vida no les inculcaron el pasar tiempo con ellos en ese día tan
especial y creo que ahora solo envidian a sus vecinos. Probablemente el clima no fué de su
agrado o el ambiente que para ellos será molesto por el ruido en un lugar de respeto, pensamiento
de familias totalmente cuadradas y que no disfrutan un poquito de la vida y se ve que también no
disfrutan la muerte.
El ruido de los murmullos de las personas que estaban contando chismes o a los más pequeños
de la familia contándoles anécdotas que vivieron algún momento con quienes fueron a regresar
al panteón estaban mezclados con sonidos de bandas musicales de todo tipo, norteños, bandas
con muchos integrantes que probablemente también estaban extrañando a alguien pero se tenía
que llevar dinero a sus hogares y por eso están ahí, acompañando y amenizando un momento
familiar. El momento de tristeza poco a poco pasaba y el retorno pintaba lleno de nostalgia por
dejar el alma de los familiares otro año más ahí pero extasiados de seguir con la fiesta y convivir
ahora con los vivos y consumir la materia a la cual los muertitos dejaron sin esencia pero los
nutrientes seguían ahí.
La visita concluyó lleno de paz al saber que todos los males que hicieron sufrir en sus últimos
días a lo que más se querían por fin están afuera de sus cuerpos y pensamientos. La oferta
gastronómica a las afueras del panteón era variada, parecía feria y si dentro del lugar olía muy
rico a comida afuera no tenía comparación alguna. Era muy chistoso ver entre la multitud
parientes y personas que se conocían, muchas no iban a ver al mismo difunto pero la familia
había crecido y ahí se encontraban los orígenes de esa unión.
El día de muertos reúne a vivos y muertos en una fiesta que será eterna y solo hacen esperar
algo aunque la vida se te haya ido hace años. Puede sacarte un poco de esa oscuridad eterna
que se ilumina con velas y la risa de los que algún día hiciste reir llorar, con los que cantaste,
corriste, gritaste y que todo lo bueno o malo ya se perdonó y se recordó, ese es el día que es
muy extraño para el extragero pero hermoso para los mexicanos.
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