Los muertos llegaron a visitarnos
Por: Majo Pérez
El Día de Muertos ha llegado… Es una gran tradición que se vive en México y sus alrededores, aunque también suelen celebrarlo en otros países latinoamericanos. Esta festividad ocurre los días 1 y 2 de noviembre, honrando a todos los santos el 1° y a los fieles difuntos el día 2. El origen de esta festividad fue entre las celebraciones católicas combinadas con las costumbres de los indígenas.
Esta es una fecha muy esperada por las familias mexicanas para poder sentir la presencia de los seres queridos que se nos adelantaron en el camino. Día donde podemos honrarlos y celebrarlos con lo que más les gustaba en vida. Así como pasar un buen rato en familia disfrutando de las tradiciones que tenemos en nuestro bello país.
Una mañana muy tranquila, con el típico viento característico de estas fechas. Familias reunidas en sus casas para desayunar tamales calientitos, chocolate con pan y calabaza en dulce. Compartiendo anécdotas, admirando los altares, escuchando y cantando “Ay de mí, llorona, llorona de un campo lirio. Ay de mí, llorona, llorona de un campo lirio. El que no sabe de amores, llorona, no sabe lo que es martirio. El que no sabe de amores, llorona, no sabe lo que es martirio”.
Los difuntos se hacen presentes de distintas maneras, desde presentarse en los sueños, con la flama de las veladoras al moverse intensamente, haciendo alguna travesura o algunas cosas inexplicables. Pero haciéndonos saber que realmente están con nosotros, porque siempre lo están, solo que este es el día donde son libres para hacernos sentir que están presentes.
El centro de Xalapa lleno de decoraciones alusivas a la fecha como lo son los cráneos gigantes en la Plaza Lerdo, las personas caracterizadas de catrines y catrinas en el parque Juárez, altares por todos lados y el peculiar aroma de la flor de cempasúchil que se respira por toda la ciudad. Las personas se dirigieron a distintos lugares de donde son originarios sus antepasados, las carreteras llenas de colores otoñales y el aire característico de día de muertos seguía presente.
En una localidad de Actopan llamada Chicuasen, las personas en las calles van apuradas con sus ollas, leña y demás cosas para terminar de preparar los tamales. Cada persona que ves te invita a comer a su casa, ya que ahí todos se conocen y se acostumbra a invitar a las personas a comer a sus casas. Aunque a pesar de ser humildes, siempre ofrecen lo mejor de ellos hacia ti.
El Cementerio, panteón o mejor conocido en esta época como campo santo, está repleto de familias reunidas escuchando la celebración de la palabra de Dios para honrar y recordar a los difuntos, rezando y entonando “Como quisiera que tú vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos. Amor eterno e inolvidable, tarde o temprano estaré contigo para seguir amándonos”
Al término de esta celebración, cada familia se dirigió a las tumbas de sus seres queridos para visitarlos, limpiar sus tumbas, adornar el lugar, llevarles flores, comer junto a ellos, rezarles el rosario o cualquier oración y cantarles sus canciones favoritas. El chiste es celebrarlos y recordarlos con amor para que sus almas estén felices.
Las familias regresan a sus casas al caer la noche, entre 6:00 y 6:30 pm. Se bañan y se arreglan para cenar reunidos en familia. Después de la cena, las personas se reúnen en el parque para presenciar las actividades que la Junta de Mejoras preparó para esta fecha tan esperada.
La primera actividad fue dirigida hacia los hombres, y fue el tradicional juego del cochino encebado, este juego consiste en atrapar un cerdo lleno de grasa o cebo para que este se resbale y les sea difícil atraparlo, aunque después de varios minutos un hombre logró atraparlo y ganarse este cochino. Posteriormente se hicieron varias dinámicas con los niños de esta localidad, como las sillas musicales, carrera de costales, guerra de baile, etc.
Para terminar las actividades se realizó el famoso palo encebado, también conocido como cucaña. Este es un juego donde se arman equipos para treparse a un poste lleno de cebo, que en la punta tiene una caja con un premio que va desde una despensa o bien de dinero en efectivo. Los integrantes de cada equipo intentaron escalar el poste con diferentes técnicas ayudándose únicamente de la fuerza de sus brazos, piernas y hombros. Finalmente, uno de los equipos logra alcanzar el premio y se convierten en ganadores.
Después de todas estas dinámicas, las personas de chicuasen empiezan a entonar las canciones típicas de esta época, poco a poco empiezan a regresar a sus casas a descansar después de un día tan pesado. Otros regresan al panteón para seguir cerca de sus difuntos y hasta llegan a dormirse encima de las tumbas.
Un año más de recibir con los brazos abiertos a los que se nos adelantaron en este camino. Estas tradiciones se tienen que seguir fomentando y manteniendo, para que así, pase por más generaciones se conserven las bellas tradiciones que nuestro México nos brinda.
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