Facultad de danza de la UV |
- “Creo que lo más difícil fue adaptarme al espacio que tenía en mi casa. La verdad se me complicó ya que mi cuarto era demasiado pequeño y no contaba con otro lugar para poder tomar mis clases”, comenta Yared Zepeda, estudiante del propedéutico en Danza contemporánea de la Universidad Veracruzana.
Contexto de la danza en Xalapa
Xalapa se encuentra dentro de la red de ciudades creativas pertenecientes a la UNESCO desde el 2021. De acuerdo a los datos de la organización “Xalapa Creativa Lab” en los últimos años se han invertido alrededor de 12 millones de dólares en infraestructura para las actividades artísticas y culturales que tienen lugar en la ciudad. De igual manera Xalapa representa la capital del estado con más número de estudiantes que vienen de todo el país a estudiar en la facultad de artes de la Universidad Veracruzana.
La UV fue de las primeras instituciones que contaban con la carrera de danza contemporánea como licenciatura desde 1975. Esto como continuidad a la creación y trabajo que se estaba dando en el Instituto Nacional de Bellas Artes desde los años 50s. Sus planes de estudios cuentan con materias que forman a bailarines en las diversas técnicas que existen, como lo es la técnica Limón, Graham, Jazz entre muchas más.
El proceso de aceptación para estudiar la carrera de Danza contemporánea es un tanto complicado, nos comentan varios alumnos que actualmente cursan la carrera en su segundo semestre de licenciatura.
- “La universidad da alrededor de 500 fichas, pero solo entran 30 alumnos aproximadamente”, comenta el estudiante Raúl Vázquez.
- “Es todo un proceso, primero debes sacar tu ficha como en cualquier universidad y presentar el examen de conocimientos. Lo complicado viene en el examen práctico, porque son distintas fases donde te van evaluando conocimientos básicos de danza contemporánea, ballet clásico, música, y expresión escénica”.
De acuerdo con testimonios de los estudiantes, que presentan el examen de ingreso para la licenciatura en Danza contemporánea, es porque ya tienen conocimientos y una preparación previa. Conforme vas presentando cada uno de los exámenes prácticos, vas siendo seleccionado para la siguiente evaluación. Funciona como un sistema de eliminatorias donde se van descartando a los estudiantes que no cuentan con las bases necesarias.
- “Algo que he notado es que la escuela le da mucho más preferencia a los estudiantes foráneos. Porque se han dado casos que vienen chicos desde Perú o Argentina que vienen a estudiar aquí a México. Por ejemplo, en mi salón tengo un compañero que venía de Nicaragua”, revela Tania Rodríguez quien se encuentra ya en séptimo semestre de la carrera.
Existen muchas más instituciones en la ciudad de Xalapa que ofrecen una formación en danza contemporánea, pero estas ofrecen únicamente carreras técnicas u otorgando diplomados únicamente. Algunas de las más conocidas son Royal Xalapa, Isadora, Allegro y el bachillerato en artes del Cobaev 35.
La gran mayoría son instituciones privadas donde la mensualidad va desde los $600 hasta los $1200 mensuales.
- “Yo iba desde pequeña a las clases en la academia Isadora, y la verdad si siento que fue un gasto innecesario, porque después entre al bachillerato en artes que es público, y en dos años aprendí lo que nunca me enseñaron bien en siete que estuve en Isadora” comenta Arlenni Diaz, quien actualmente se encuentra en la compañía de danza Artefacto.
- “Sinceramente la mayoría de escuelas privadas de danza son puro negocio. Se aprovechan de que en instituciones de educación superior nos piden un mínimo de tiempo estudiando danza para dejar presentarnos el examen. Es como en el INBA que debes haber estudiado al menos cuatro años de danza antes de ingresar.”
La llegada de la pandemia
Con la llegada del Covid-19 todo tipo de preparación y formación en danza tuvo que trasladarse a las casas de los bailarines, así como todas las demás actividades. Pero existieron dos fuertes problemáticas en las que todos los entrevistados coincidieron: La falta de espacio y la falta de motivación.
Los alumnos de la Universidad Veracruzana fueron los que más tenían que decir al respecto de la situación. Comentaban que después de que habían logrado entrar a la licenciatura resultó un golpe muy fuerte el tener que tomar las clases desde sus casas, ya que la licenciatura en danza contemporánea es totalmente práctica, a excepción de algunas materias teóricas.
Era bastante complicado encontrar un sitio en sus casas que les permitiera tener total movilidad para realizar sus ejercicios. Varios mencionaron que durante el confinamiento tuvieron que adaptar las salas y comedores ya que no había el espacio suficiente. Sin mencionar que este tipo de danza se practica mayormente en el suelo, por lo que hacer sobre azulejo o cualquier otro tipo de piso que no fuera duela, les provocaba diversos colores y algunos hasta se lesionaron.
- “Yo vivo en los departamentos que están en praderas, entonces simplemente no tenía espacio. Durante el confinamiento tuve que sacar todas las cosas de mi cuarto y dejar únicamente mi colchón, que tenía que levantar y quitar cada que tomaba una clase. Casi siempre tenía moretones en la espalda y piernas porque mi piso es como tipo pavimento, pero por el nivel de exigencia no podía darme el lujo de no hacer los ejercicios”, cuenta Yared Zepeda acerca de su experiencia de tomar las clases desde su habitación.
La perspectiva de un docente
Sin duda muy pocos maestros estaban capacitados al momento de tener que dar sus clases de manera virtual, y más aún cuando estas eran clases prácticas. Las clases de danza se sustentan principalmente de la retroalimentación que existe entre maestro y alumno, ayudando demasiado a que el docente pueda corregir posturas en el momento y que los estudiantes puedan identificar mucho mejor cada paso y movimiento al verlo en persona. Cuando las clases se hicieron virtuales era como tener una barrera que dificulta a ambas partes para saber si se estaban haciendo los ejercicios correctamente.
Algunos docentes al igual que los estudiantes no contaban con un espacio propio que pudiera ser utilizado como duela, así que fue un proceso difícil para ambas partes.
Era completamente entendible que todos los estudios y salones de danza cerrarán, debido a que este tipo de practicaba ameritaba mucho contacto físico entre personas y con el espacio.
-”Recuerdo que antes todos terminamos sudados oliendo a los olores de todos, porque mientras tú apoyas la mejilla en el suelo durante tu coreografía, alguien más ya había pisado esa parte con sus pies descalzos. Claro que no era de los ambientes más higiénicos, pero era el mismo contacto físico el que nos permitía desarrollarnos mejor como bailarines y hasta como seres humanos” compartió la maestra Karime Chan quien es docente del bachillerato en artes del Cobaev 35.
Falta de motivación
Fue todo un shock pasar de los escenarios y aulas de clase, a bailar solos en las habitaciones donde el único contacto era por medio de una pantalla. Cinco de los bailarines que fueron entrevistados aceptaron que entraron en un estado de depresión muy fuerte. Dejaron de encontrarle sentido a bailar solos porque no tenían con quien compartir su arte.
Este tipo de situaciones fueron muy comunes a nivel mundial, más para aquellos que se dedicaban de manera profesional a la danza y se quedaron sin ningún tipo de ingreso ya que no había funciones ni presentaciones.
Esto abrió un gran debate en redes sociales pues la otra parte de bailarines argumentaba que la danza debía ser algo personal, y que quien bailaba lo tenía que hacer por satisfacción propia y con el estímulo de recibir aplausos al final.
- “Para ser honesta deje de bailar gran parte de la pandemia porque deje de encontrarle sentido. Bailaba frente al espejo pero necesitaba algo más. Yo comencé a bailar como forma para canalizar mis sentimientos y emociones y poder compartirlas con los demás, pero en ese momento no tenía a quien compartirlo” admitió Fernanda Aburto, estudiante en la academia Royal.
Poco a poco se fueron adaptando a la nueva normalidad y buscaron alternativas que pudieran facilitar el aprendizaje en una situación como esa. Uno de los puntos más positivos, es que al momento de digitalizar las clases se tenía la oportunidad de conectarse a sesiones de maestros y colectivos de todo el mundo.
Como muchos de los bailarines se quedaron sin un ingreso fijo, comenzaron a dar clases de manera virtual y no importaba donde estuvieses tenías la oportunidad de aprender de tu bailarín favorito.
Otros pocos vieron esto como una oportunidad para seguir compartiendo su arte de manera gratuita y fue así como las clases a través de Lives en Instagram comenzaron a popularizarse.
Al final todos consideran que la pandemia fue el cambio que necesitan para poder encontrarse con sí mismos y hacer introspección. Fue de esta manera que surgieron bastantes monólogos internos que después se convirtieron en piezas coreográficas. Otros pocos lo tomaron como el descanso necesario después de tantos años de disciplina. Y en conclusión cada uno aprendió que si la danza es lo que amas y te apasiona, lo puedes hacer en cualquier sitio, acompañado o no.
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